20 de junio de 2020

Nos preparamos para la fiesta del Titular de nuestra parroquia   29 DE JUNIO


Novena a San Pedro Apóstol





NOVENA AL PRÍNCIPE DE LOS APÓSTOLES, 
SAN PEDRO

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.  
℣. Dios mio, atended por vuestra infinita bondad a mi socorro:
℟. Señor, ayudadme prontamente con los auxilios de vuestra gracia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Santo, Santo, Santo, Dios y Señor de los Ejércitos: los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.

*Oración Inicial para todos los días*
Oh glorioso San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con la primera llamada dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo. Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria. Amén.
_(Cada uno en silencio hace su petición)_

DÍA PRIMERO - 20 DE JUNIO


CONSIDERACIÓN: VOCACIÓN DE SAN PEDRO.
En este día hemos de considerar la fina y fiel correspondencia del Santo Apóstol al llamamiento de la gracia, para ser discípulo de Nuestro Señor. Llamóle el Divino Maestro la primera vez por medio de su hermano San Andrés (Juan I, 42), quien le dio noticia de que había hallado al Mesías (Invénimus Mesíam): y al punto va con amorosas ansias en busca del Salvador, para instruirse en sus palabras de vida eterna. Andaba Jesús cerca del mar de Galilea, y San Pedro se ejercitaba en el oficio de pescar (Mateo IV, 18): oye la voz del Señor que le dice: «Sígueme, y te haré pescador de los hombres», y sin detención alguna deja las redes, el barco, los parientes, los amigos, y todo lo sacrifica por seguir la escuela de nuestro Salvador (Agustín Calmet OSB, Harmonía quátuor Evangeliórum, fol. 20). Pocos bienes temporales dejó en verdad: pero no consiste la perfección en dejar montones de riquezas; lo principal estriba en seguir por imitación a nuestro Señor Jesucristo. Esto es lo que hizo el Santo Apóstol, desprendiendo el corazón y afecto de cuanto el mundo podía dar de sí y lo que es más, renunciando generosamente su propia voluntad por hacer la de su Divino Maestro como fidelísimo discípulo (Mateo XV, 18).
    
Demos sin cesar gracias a Dios, porque también hemos sido llamados como cristianos a la escuela y compañía del Señor: no perdamos de la memoria que si no desprendemos nuestro corazón de los bienes del mundo, que hemos de dejar en la hora incierta de la muerte: si no procuramos renunciar nuestra propia voluntad, y arreglar las costumbres a la doctrina que profesamos, no somos dignos discípulos; y tendremos injustamente el nombre de cristianos si no seguimos las huellas del Señor, como dice San Bernardo.
  
ORACIÓN
¡Oh Salvador Divino y Maestro perfectísimo, en quien están todos los tesoros de la Sabiduría y Ciencia de Dios! (Juan VIII). Verdaderamente sois la Luz del mundo, y quien os sigue no anda en tinieblas. Gracias doy a vuestra Divina Majestad de lo íntimo de mi corazón, que os habéis dignado llamarme a la luz admirable de la Santa Fe, incorporándome en el gremio de la Santa Iglesia, y haciéndome en ella discípulo de vuestra celestial doctrina. ¿Qué merecimiento precedió en mí, amabilísimo Señor, para que me iluminases con los rayos de la verdad eterna, haciéndome cristiano, cuando tantas almas andan en las profundas tinieblas del Paganismo? Piadosísimo Señor, me habéis libertado de tan formidable peligro, colocándome en el camino de la Luz, y en la senda que guía a la vida eterna. ¡Qué podré yo retribuiros por tan singular predilección y beneficio! Los cielos y la tierra bendigan vuestro Santo nombre por esta misericordia: dignaos, Señor, continuarla, dándome vuestra gracia, para seguir los pasos de vuestra Sacratísima vida, imitándola como vuestro Pedro, y confesando como él con fervoroso y constante celo, que fuera de vuestra escuela no se aprende ciencia de salvación (Juan VI, 69). Y pues sois la Luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, iluminad por vuestra misericordia a los que están sentados en las tinieblas y sombra de la muerte. Óyenos, Señor, por tu Santo Apóstol, para que todos sigamos por el camino de la paz y alabemos a vuestra Majestad en la feliz patria de la gloria. Amén.

Ahora se reza tres veces el Padre nuestro.

*Oración Final para todos los días*
Señor Jesús, que has elegido a San Pedro mientras pescaba en el lago. Él confió en Ti, Señor, y tú lo colmaste de la verdadera alegría. Lo pusiste como roca para edificar tu Iglesia, fuerte en la Caridad, y lo sostuviste con tu oración, para poder confirmarnos en la fe. Secaste sus amargas lágrimas para que su negación no se convirtiera en desesperación sino en confianza más cierta y más grande esperanza. Él pudo contemplar tu rostro transfigurado en el Tabor, y sufrir cerca tuyo en Getsemaní. Bendice, Señor, nuestros sacerdotes, asiste a todos los feligreses, conforta a nuestros enfermos, mantiene unida nuestra parroquia, y danos una fe firme en la oración mutua, con lágrimas de amor a Ti y de arrepentimiento, para borrar nuestros pecados y alegramos de tu Palabra, luz que brilla en las tinieblas, hasta que él mismo, nuestro patrono aquí en la tierra, nos abra las puertas en el cielo. Amén.

*Letanías de San Pedro*
San Pedro, que has proclamado a Cristo, _ruega por nosotros._
San Pedro, que has seguido a Cristo,
San Pedro, que has escuchado a Cristo,
San Pedro, que has despertado a Cristo,
San Pedro, que has imitado a Cristo,
San Pedro, que has suplicado a Cristo,
San Pedro, que has defendido a Cristo,
San Pedro, que has negado a Cristo,
San Pedro, que has llorado a Cristo,
San Pedro, que has recuperado a Cristo,
San Pedro, que has amado a Cristo más que todos,
San Pedro, profeta del Reino,

GOZOS EN HONOR A SAN PEDRO

Piedra sois fundamental
De la Iglesia militante:
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
    
En Betsaida habéis nacido
De unos pobres pescadores,
Y ocupado en sus labores,
Pasáis sin ser conocido;
Mas aquí mismo elegido
Sois Apóstol almirante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
Ocupado en el pescar
Os llama al apostolado
El que Dios ya humanado
Al mundo vino a salvar,
Y vos sin más aguardar
Obedecéis al instante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
Cuando a Jesús confesais
Hijo de Dios verdadero;
Él os declara portero
Con las llaves, que aceptáis.
Así, Cefas, os mostrais
Con poder de gobernante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
Sobre las aguas del mar
Caminais vos muy constante;
Cuando al punto vacilante
Peligrais de naufragar:
Mas Jesus hizo surcar
Al que estaba naufragante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
Cuando en el monte Tabor
Se transfigura Jesús,
Testigo sois de la luz
Y celestial resplandor:
Y en la agonía el sudor
Divisáis en su semblante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
Si a la voz de una criada
Vuestro Maestro negáis,
A la del gallo llorais
Vuestra culpa inopinada,
Así que con su mirada
Jesús os traspasa amante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
Movido de las Marías
Al sepulcro corréis presto;
Y notais en aquel puesto
Cumplidas las profecías,
Pues al cabo de tres días
Sale Jesús triunfante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
   
En Galilea adoráis
A Jesús resucitado;
Y tres veces preguntado,
La respuesta es: que le amáis.
Por eso pastor quedáis
De su rebaño garante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
    
Cuando el Espíritu Santo
Baja dándoos sus dones;
Pasman todas las naciones
Al ver un milagro tanto:
Disipais vos el encanto
Con Joel vaticinante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
    
Con vuestro primer sermón
Más de tres mil se convierten:
Y los Judíos advierten
La obra de la Redención,
Siendo tal vuestro tesón
Sin desistir un instante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
    
En la cárcel os tenía
Herodes rey inhumano;
Mas os toma de la mano
El Ángel de Dios, y guía:
Descubriendo vos al día
Al Ángel que os va delante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
    
Primero en Antioquía
Vuestra cátedra sentais,
Y a Roma la trasladáis
Para ser el norte y guía
Donde persevera al día
En la misma fe constante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
     
Dais fin al apostolado
Enclavado en una cruz
Diferente de Jesús,
Pies arriba levantado:
Así mártir coronado,
Vuestra palma es más brillante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
      
Así la Iglesia romana
Por su venturosa suerte
Es el baluarte y fuerte
De la verdad cristiana:
Pues que siendo vaticana
Es piedra la más chocante.
Pedro, pastor vigilante,
Libradnos de todo mal.
      
Pescador héroe inmortal,
De Pontífices atlante,
Librad a la fluctuante
Del error heretical.

℣. Tú eres Pedro.
℟. Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que acordaste a tu bienaventurado Apóstol San Pedro el poder de atar y desatar, concédenos, por su intercesión, ser libertados de las cadenas de nuestras culpas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.




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