JUEVES EUCARISTICOS
Mañana JUEVES comenzamos el año con la adoración del SANTISIMO SACRAMENTO DEL ALTAR.
A
las 18:00 h en la Iglesia
de Ntra. Sra. de la Merced. Adoración, silencio, cantos y oraciones.
A
las 19:00 h SANTA
MISA por las
vocaciones al sacerdocio y vida religiosa, y por los sacerdotes y consagrados difuntos.
Muchas veces escuchamos que los jueves son eucarísticos. Es normal encontrarse con parroquias que aconsejan con insistencia ir los jueves a rezar al Señor en la Eucaristía. ¿Cuál es la razón?
Las dos razones por la que los jueves son eucarísticos:
Jueves Santo
Esta es la razón principal por la que el jueves es considerado eucarístico. Recordemos que en la Semana Santa se recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Fue el Jueves Santo el día en que se se celebró la Última Cena y en ella se instauró la Eucaristía.
La Iglesia conmemora la Pasión todas las semanas y por eso se celebra Misa cada domingo, en memoria de la resurrección de Cristo.
Sagrado Corazón de Jesús
Un hecho ocurrido en 1673 con Santa Margarita María de Alacoque, coronó los jueves como días especialmente eucarísticos.
Fue a ella a quien se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús durante dos años. La primera vez que se le apareció, estaba rezando en el Santísimo.
Cristo se le aparecía cada primer viernes de mes. En una ocasión indicó que todas las noches del jueves al viernes, la santa debía acompañarlo en el Huerto de los Olivos para rezar la misma plegaria que Él hizo al Padre la noche antes de morir.
Así, cada jueves se hizo común tener la “Hora Santa” para acompañar a Cristo en oración antes del Viernes de la Pasión.
Y tú, ¿conocías estas dos razones? Busca la parroquia más cercana cada jueves y ten tu “Hora Santa”. Acompaña a Cristo en oración y fortalece tu relación con Él. Los Jueves Eucarísticos son muy especiales para la vida espiritual.
¡Bendito sea el Santísimo Sacramento del altar!
Oración para una visita a Jesús Sacramentado
¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?
Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.
Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.
No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.
Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.
Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.
Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.
Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.
Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo.
Amén.
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