7 de enero de 2021

 

Fiesta del bautismo del Señor

Jesús es bautizado en las aguas del Jordán al inicio de su ministerio público, no por necesidad, sino por solidaridad redentora. 

Es la fiesta que celebramos este domingo.


La Fiesta del Bautismo del Señor, con la que damos fin al ciclo de Navidad y damos paso al Tiempo Ordinario, que precede a la Cuaresma. 

Terminamos la Navidad con la escena que da inicio a la misión pública de Jesús: su Bautismo en el Jordán, donde recibe la confirmación oficial de su mesianismo. Del Niño recién nacido pasamos al Profeta y Maestro que nos ha enviado Dios y que va a comenzar su misión.

Hoy, y en esta sociedad, se tiende a la uniformidad, al pensamiento único, el buscar «ser como todos», el no distinguirse. Al responder a la invitación del Señor a reunirnos como sus hijos, ciertamente que «nos hemos diferenciado», hemos manifestado que en algo somos distintos, hemos reconocido que hay algo que nos mueve internamente. El Señor, Jesús, se mezcló con la gente de su pueblo, participó en un bautismo general en el Jordán, pero también se manifestó distinto: invadido por el Espíritu inició una vida al servicio del Reinado de Dios. En ello se jugó la vida, no disimuló en absoluto, y nos reveló el amor inmenso del Padre. Hoy lo celebramos con gozo, gracias a que nosotros también fuimos bautizados. En el nombre del Señor Jesús, recibimos el Espíritu y podemos cantar al Señor por la vida regalada y por la misión encomendada, Muchos la viven con fidelidad.

 

REFLEXIÓN

En el Jordán Jesús se manifiesta con una humildad extraordinaria, que recuerda la pobreza y la sencillez del Niño recostado en el pesebre, y anticipa los sentimientos con los que, al final de sus días en la tierra, llegará a lavar los pies de sus discípulos y sufrirá la terrible humillación de la cruz. El Hijo de Dios, el que no tiene pecado, se mezcla con los pecadores, muestra la cercanía de Dios al camino de conversión del hombre. Jesús carga sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, comienza su misión poniéndose en nuestro lugar, en el lugar de los pecadores, en la perspectiva de la cruz. Cuando, recogido en oración, tras el bautismo, sale del agua, se abren los cielos. Es el momento esperado por tantos profetas: "Si rompieses los cielos y descendieses", había invocado Isaías (Is 63, 19). En ese momento —parece sugerir san Lucas— esa oración es escuchada. De hecho, "se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo" (Lc 3, 21-22); se escucharon palabras nunca antes oídas: "Tú eres mi hijo amado; en ti me complazco" (Lc 3, 22). Al salir de las aguas, como afirma san Gregorio Nacianceno, "ve cómo se rasgan y se abren los cielos, los cielos que Adán había cerrado para sí y para toda su descendencia" (Discurso 39 en el Bautismo del Señor: PG 36). El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo descienden entre los hombres y nos revelan su amor que salva. Si los ángeles llevaron a los pastores el anuncio del nacimiento del Salvador, y la estrella guió a los Magos llegados de Oriente, ahora es la voz misma del Padre la que indica a los hombres la presencia de su Hijo en el mundo e invita a mirar a la resurrección, a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte.

Benedicto XVI, Homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010.

 

“Queridos papás, ustedes pidieron para vuestros hijos la fe, la fe que es dada en el bautismo. La fe. Esto significa vida de fe porque la fe va vivida. Caminar en el camino de la Fe y dar testimonio de la fe.

La fe no es recitar el Credo el domingo cuando vamos a la misa, no es solamente esto. La fe es creer que aquello que es la verdad: Dios Padre que envió a su hijo y el Espíritu que vivifica. Pero la fe es también confiarse a Dios y esto tienen que enseñárselo con vuestro ejemplo, con vuestra vida.

La fe es luz, y en la ceremonia del bautismo les dan una vela encendida, como en los primeros días de la Iglesia. Y por ello el bautismo en aquellos tiempos se llamaba la iluminación. Porque la fe ilumina los corazones y hacer ver las cosas con otra luz. Ustedes pidieron la fe. La Iglesia Iglesia le da la fe a vuestros hijos con el bautismo y ustedes tienen la tarea de hacerla crecer de cuidarla, que se transforme en testimonio para los otros.

Cuidar la fe, que crezca que sea testimonio para los otros.

Jesús hizo lo mismo. Me gusta pensar que la primera predicación de Jesús en el establo fue un llanto. Y como la ceremonia es un poco larga alguno llora por hambre. Si es así ustedes mamás pueden amamantarlo, sin miedo y con toda normalidad, como la Virgen hacía con Jesús.

No se olviden: pidieron la fe, a ustedes la tarea de custodiar la fe, de hacerla crecer para que sea testimonio para todos nosotros, para todos nosotros, también para nosotros curas, sacerdotes, obispos. Gracias”.

               Homilía del Papa Francisco en la fiesta del Bautismo del Señor, 8-1-2017




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