29 de noviembre de 2020

 

Adviento 2020       Para cada semana...

Semana 2


En esta segunda semana de Adviento se nos anima especialmente a preparar y allanar el camino del Señor, dejarnos interpelar y ponernos en marcha en la dirección que el Señor nos propone. Nuestra fe nos acerca progresivamente a Dios por esto necesitamos escuchar su Palabra, para despertarnos de nuestros particulares letargos e inmovilismos, para sacudirnos nuestra apatía y comenzar el camino que nos conduce al servicio del Reino. La búsqueda de los magos era el motivo por el cual emprendieron su viaje hacia Jerusalén. Se trataba de un camino y una búsqueda repleta de anhelos y deseos que encontraba su destino en un humilde pesebre.

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” (Mt 2, 2)

Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el “derecho a hablaros” durante estos días. Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón. En estos días bendecidos con la alegría y el deseo de compartir, haced la experiencia liberadora de la Iglesia como lugar de la misericordia y de la ternura de Dios para con los hombres. En la Iglesia y mediante la Iglesia llegaréis a Cristo, que os espera.

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” (Mt 2, 2). Su búsqueda era el motivo por el cual emprendieron el largo viaje hasta Jerusalén. Por eso soportaron fatigas y sacrificios, sin ceder al desaliento y a la tentación de volver atrás. Esta era la única pregunta que hacían cuando estaban cerca de la meta.

Es cierto que hoy ya no buscamos a un rey; pero estamos preocupados por la situación del mundo y preguntamos: ¿Dónde encuentro los criterios para mi vida, los criterios para colaborar de modo responsable en la edificación del presente y del futuro de nuestro mundo? ¿De quién puedo fiarme? ¿A quién confiarme? ¿Dónde está el que puede darme la respuesta satisfactoria a los anhelos del corazón?

Plantearse dichas cuestiones significa reconocer, ante todo, que el camino no termina hasta que se ha encontrado a Aquel que tiene el poder de instaurar el Reino universal de justicia y paz, al que los hombres aspiran, aunque no lo sepan construir por sí solos.

BENEDICTO XVI en Colonia – Embarcadero del Poller Rheinwiesen. Jueves 18 de agosto de 2005. XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD.


CANTO: Sueños de la tierra – Brotes de Olivo

Ven Señor (adaptación salmo 70)

¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
Ven pronto, ven, que el mundo gira a ciegas
ignorando el amor que lo sustenta.

Ven pronto, ven, Señor, que hoy entre hermanos
se tienden trampas y se esconden lazos.

Ven, que la libertad está entre rejas
del miedo que unos a otros se profesan.

Ven, ven, no dejes ahora de escucharnos
cuando tanto camino está cerrado

¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!

¿No has de ser la alegría de los pobres,
de los que en ti su confianza ponen?

¿No has de ser para el triste y afligido
consuelo en su pesar, luz en su grito?

¿Quién pondrá paz en nuestros corazones
si tu ternura y compasión se esconden?

¿Quién colmará este hambre de infinito
si a colmarlo no vienes por ti mismo?

¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? Ahora.

Para nuestra reflexión

El adviento es futuro que está en nuestras manos “preparad el camino” y al mismo tiempo es promesa “el Señor que viene”.

Sabemos que el Señor viene, por este motivo preparamos el camino y porque sabemos que está con nosotros, lo buscamos.

El Señor quiere abrir en nuestro interior caminos hacia la libertad por esto nos anuncia una noticia buena.

¿Cómo le ayudo? ¿Cómo puedo colaborar con Él en este Adviento? ¿Cómo resuena en mi “el Señor viene”?


ACCIÓN DE GRACIAS

Para acogerte, para abrir ventanas,
para creer en ti, gran Señor nuestro,
¡no hay que hacer nada extraordinario!

Basta con tener un corazón limpio y sin engaños,
basta con tener una mirada amable y sin malicia,
basta con poner en los labios la sonrisa y el gozo,
basta con abrir las manos para dar y compartir,
basta con escuchar y ser fiel a tu Palabra,
basta con amar, sin regatear el cariño.

¡Basta con oír tu llamada y cambiar de vida, Señor!

Puedes venir, Señor ;
la tierra y sus habitantes, gracias a ti,
cambiarán de color las ventanas de su vida.

Para avanzar hacia la Navidad,
buscaré, Señor,
palabras que formen ramilletes de paz,
y que compongan una música
para consolar y tranquilizar.

Así, anunciaré la Buena Noticia de tu venida.
























No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu participación.