Conmemoración de los fieles difuntos
Decreto de la Penitenciaría
Apostólica para noviembre
Se hizo público el
Decreto sobre las indulgencias plenarias en el mes de los difuntos, firmado el
22 de octubre en la memoria litúrgica de San Juan Pablo II, en la sede de la
Penitenciaría Apostólica, por parte del Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario
Mayor y del Regente Monseñor Krzysztof Nykiel
La pandemia y las medidas contra el contagio dictadas por los distintos
Estados del mundo mueven a los obispos a regularse sobre las celebraciones y
las prácticas relativas a la conmemoración
de los fieles difuntos del próximo 2 de noviembre. De ahí el nuevo
Decreto de la Penitenciaría
Apostólica acerca de cómo obtener la Indulgencia Plenaria.
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2020/10/23/difun.html
“Este año, con las actuales
contingencias debidas a la pandemia de COVID-19, las Indulgencias Plenarias
para los fieles fallecidos se prolongarán durante todo el mes de noviembre,
adecuando las obras y las condiciones para garantizar la seguridad de los
fieles”
Así lo establece el Decreto de la Penitenciaría Apostólica en respuesta a las
peticiones de muchos obispos del mundo que, encontrándose en situaciones
diferentes e incapaces de asegurar las prácticas habituales relativas al culto
de los difuntos debido a las restricciones sanitarias, han pedido:
“Conmutar las obras piadosas para
conseguir las Indulgencias Plenarias aplicables a las almas del Purgatorio”
El Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor, se
refirió detalladamente a las innovaciones introducidas por el nuevo Decreto
"para evitar reuniones donde estuvieran prohibidas", y a las
referencias particulares a los enfermos y a los ancianos, pero también a los
sacerdotes, todos ellos protagonistas, de diferentes maneras, de este período
extremadamente difícil.
Entre otras cosas el Purpurado explicó que la
costumbre codificada es la de la Indulgencia Plenaria en cada día del Octavario
del 1 al 8 de noviembre para todos
aquellos que visiten los cementerios rezando por los muertos, y el 2 de
noviembre, específicamente, realizando la visita a una iglesia u oratorio para
rezar el Padrenuestro y el Credo.
Devoción de los fieles
A partir de esta típica rutina se procedió a tener en
cuenta las normas emitidas por las distintas autoridades civiles de los
distintos Estados, con el fin de limitar las reuniones durante esta pandemia.
De hecho, muchos presidentes de las Conferencias Episcopales les habían
preguntado qué se podía hacer con países donde esta devoción está muy
desarrollada, y que tienen el mayor número de confesiones y comuniones durante
el año. Entre los planteamientos surgió el ¿qué hacer si nos encontramos con
que no podemos salir de la casa o la salida está severamente limitada?
Por esta razón – explica el Penitenciario Mayor –,
teniendo en cuenta que en muchos lugares la conmemoración de los difuntos es
muy sentida y se expresa sobre todo en la Santa Misa y la visita a los
cementerios, se pensó en diluir la posibilidad de beneficiarse de las
indulgencias con el tiempo y así, a lo largo de todo el mes de noviembre, podremos adquirir lo previsto para los
primeros 8 días de noviembre. Entonces la gente podrá posponer las visitas sin
crear una multitud. También tenemos en cuenta que la indulgencia del 2 de
noviembre en la iglesia se puede adquirir cualquier día del mes, y ésta es la
segunda nueva posibilidad, la segunda apertura que hemos introducido, con el
rezo del Padrenuestro y del Credo, dejando la libre elección del día a los
fieles.
Ancianos y enfermos
Al referirse al pensamiento particular, en este
Decreto, dirigido a enfermos y ancianos, el Purpurado indicó que los que no
puedan salir porque se encuentren en “régimen de aislamiento”, o porque estén
enfermos, podrán alcanzar la indulgencia rezando ante una imagen de Nuestro
Señor o de la Santísima Virgen, orando, por ejemplo Laudes, Vísperas del Oficio
de Difuntos, el Rosario, la Coronilla de la Misericordia, o las oraciones más
habituales de cada tradición, o también podrán proceder a una lectura meditada
del Evangelio en una de las tres Misas previstas para los fieles difuntos y,
por supuesto, ofrecer obras de misericordia.
Por lo demás, las indicaciones son las que ya emitió
la Penitenciaría el 19 de marzo pasado, por ejemplo, en el caso de los enfermos
graves, en la nota que apuntaba a la posibilidad de una asistencia más cercana
a los enfermos, incluso sin presencia física.
Asimismo afirmó que hay un pensamiento particular
también para los sacerdotes a los que han invitado a la más amplia
disponibilidad posible porque la mayor riqueza que tienen para el sufragio de
los difuntos es la Santa Misa. Y así, ya que los sacerdotes el 2 de noviembre,
desde 1915 por una Constitución de Benedicto XV, tienen la facultad de celebrar tres Santas Misas, entonces
los exhortamos, en la medida de lo posible, a celebrar las tres y esto también porque más Misas implicarán menos
reuniones y esto podría ser una manera de ayudar a los fieles.
“También se exhorta a los sacerdotes a
ser generosos en el Ministerio de las Confesiones y a dar la Sagrada Comunión a
los enfermos, para tener más voluntad de poder sostener a sus difuntos, de
sentirse cerca de ellos, de encontrar todos estos nobles sentimientos que van a
componer la Comunión de los Santos”
Refiriéndose al hecho de que algunas personas ya se
han acostumbrado un poco a las celebraciones televisivas, lo que es algo bueno,
especialmente para los ancianos que no pueden salir, el Penitenciario afirmó
que esto puede marcar “cierta desafección con la presencia en las
celebraciones”. Por lo tanto, se busca en los obispos todas las formas posibles
de devolver a la gente a la Iglesia, siempre con respeto a todo lo que hay que
hacer para la situación particular en la que desgraciadamente nos encontramos.
Ahora, la fiesta de Todos los Santos, es también una
fiesta muy educativa para las familias que a menudo se encuentran juntas para
conmemorar a los muertos. Las dos fiestas están muy unidas, juntas de hecho
forman la fiesta de ser la familia de Dios.
“En el cielo están todos los santos
canonizados que conocemos, pero también hay muchos rostros que no conocemos,
que han vivido una vida cristiana, en silencio, sin ningún clamor y en los que
no se han puesto los focos de este mundo. Así que con todos estos, parientes,
amigos, vecinos que son parte de la familia en el cielo, uno se encuentra en la
familia de Dios”
En el pueblo del cielo
Y recordó un pasaje de Isaías que dice que Dios ha
escrito nuestro nombre en la palma de su mano, para decir cómo nos mantiene
cerca, y la fiesta de todos los santos expresa todo esto. Además, todos nuestros
difuntos pueden estar en el pueblo del cielo.
“Así que la Solemnidad de los Santos es
una apertura de visión que, acompañada de la conmemoración de los muertos, y la
visita a los sepulcros, nos da un sentido del vínculo”
Con la muerte la vida se transforma
Con la muerte la vida no se quita, sino que se
transforma y mantenemos una relación con los que mueren, una relación que ya no
es física, sino que es una relación real, de hecho, tal vez incluso más real
porque no existe ni siquiera el límite del tiempo y el espacio. En la comunión
de los santos la persona que ha pasado a la eternidad puede estar en un vínculo
muy especial con nosotros que estamos aquí, por lo que creo que éste es otro
aspecto acerca del que hay que tratar que no se pierda y si es posible
reinventarlo donde resulte un poco opaco.
“En cambio, en el pensamiento de
nuestros difuntos, traducimos toda nuestra fe en Cristo resucitado: es nuestra
esperanza que los hermanos y hermanas que actualmente no son visibles entre
nosotros estén en comunión con el Señor”
Y concluyó recordando que estamos llamados en estos
días a reavivar nuestra certeza en la gloria y la felicidad eterna, y pedimos
humilde y confiadamente perdón por aquellos que nos han dejado, por sus
pequeños o grandes fallos, los que ya están salvados en el amor de Dios, y
renovamos nuestro compromiso de fe.
“Después de todo, el Paraíso es la casa
de los siervos fieles. Todos nosotros podremos un día vivir felices a la luz de
Dios siempre que hayamos creído, no sólo con las palabras, sino también con las
obras. Este es el pensamiento que querría dejar”
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