Hoy sábado día 27 y mañana domingo 28 de junio realizaremos la colecta especial del óbolo de San Pedro.
El óbolo es un gesto de fraternidad con el que todos los fieles pueden participar en la acción del Papa como Pastor de la Iglesia Universal y colaborar en el apoyo que brinda a los más necesitados y a las comunidades eclesiales que padecen dificultades y piden ayuda a la Sede Apostólica.
Es un gesto antiguo, comenzado por la primera comunidad de apóstoles, y que continúa repitiéndose porque la caridad es el rasgo distintivo de los discípulos de Jesús: «En esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman los unos a los otros» (Jn 13, 35).
Con esta donación podemos ampliar la mirada y el corazón de la Iglesia diseminada por el mundo, que se hace compañera de camino de familias y pueblos en vías de desarrollo humano, espiritual y material, en beneficio de toda la sociedad.
El Óbolo de San Pedro, en el significado mismo de las palabras, representa una ofrenda pequeña en cuanto a la cantidad pero de gran horizonte: es lo que cada fiel siente que puede donar al Papa para que él pueda proveer a las necesidades de toda la Iglesia, especialmente en los lugares donde hay mayores dificultades.
Tradicionalmente, la colecta para el Óbolo de San Pedro se realiza en todo el mundo católico, según cada diócesis, el 29 de junio, Solemnidad de los santos Pedro y Pablo, o el domingo más cercano a tal celebración.
En nuestra diócesis nuestro Obispo ha decretado que sea este fin de semana. Por lo que la colecta de todas las misas será ofrecida integra al OBOLO DE SAN PEDRO.
El término «óbolo» procede del latín. Era una moneda de los antiguos griegos y para la Iglesia designa la contribución económica de los fieles católicos de todo el mundo para el sostenimiento de la Santa Sede.
El criterio general que inspira la práctica del Óbolo se remonta a la Iglesia primitiva. Con el cristianismo nace la práctica de ayudar materialmente a quienes tienen la misión de anunciar el Evangelio, para que puedan entregarse enteramente a su ministerio, atendiendo también a los menesterosos (cf. Hch 4,34; 11,29).
Fueron los anglosajones quienes iniciaron este gesto. Tras su conversión, a finales del siglo VIII, se sintieron tan unidos al Obispo de Roma que decidieron enviar de manera estable una contribución anual al Santo Padre. Así nació el Denarius Sancti Petri (Limosna a San Pedro), que pronto se difundió por los países europeos. Esta costumbre ha pasado por muchas y diversas vicisitudes a lo largo de los siglos, hasta que fue regulada de manera orgánica por el Papa Pío IX en 1871.
Los últimos papas han señalado el significado de este gesto. Así, San Juan Pablo II dijo: «el Óbolo constituye una verdadera participación en la acción evangelizadora, especialmente si se consideran el sentido y la importancia de compartir concretamente la solicitud de la Iglesia universal» Y Benedicto XVI: «es la expresión más típica de la participación de todos los fieles en las iniciativas del Obispo de Roma en beneficio de la Iglesia universal. Es un gesto que no solo tiene valor práctico, sino también una gran fuerza simbólica, como signo de comunión con el Papa y de solicitud por las necesidades de los hermanos; y un valor muy eclesial».
Los donativos de los fieles al Santo Padre se emplean en obras misioneras, iniciativas humanitarias y de promoción social, así como también en sostener las actividades de la Santa Sede.
El Papa, como Pastor de toda la Iglesia, se preocupa también de las necesidades materiales de diócesis pobres, institutos religiosos y fieles en dificultad (pobres, niños, ancianos, marginados, víctimas de guerra y desastres naturales; ayudas particulares a obispos o diócesis necesitadas, para la educación católica, a prófugos y emigrantes, etc.).
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