Hoy en la Misa que se celebrará a las 20:00h celebraremos la víspera de esta festividad, y mañana tendremos dos celebraciones eucarísticas para celebrar esta solemnidad a las 08:00h y 20:00h. Todas en el Templo Parroquial de San Pedro Apóstol.
Muchos fieles de nuestra parroquia conocen y practican la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, pero como tantas otras maravillas de la Iglesia, muchos otros desconocemos el origen de tan extraordinario regalo. Fue una humilde monjita, Santa Margarita María, la que tuvo las visiones del Señor, quien le reveló esta devoción, “como último esfuerzo de Su Amor” para poder atraer así a las almas que lo ignoran y rechazan pese a Sus permanentes invitaciones a la salvación.
Santa Margarita María Alacoque fue sin dudas una elegida, pero fue ella la que respondió al llamado, pudiendo haberse perdido en las tentaciones del mundo. Su vida fue una sinfonía al Amor de Dios, a la obediencia, a la sencillez y particularmente a un profundo amor al Santísimo Sacramento, Jesús Eucaristía.
Dijo el Señor a Santa Margarita María: “Te constituyo heredera de Mi Corazón y de todos Mis tesoros”.
El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita María
tenía solo 14 meses de profesa en el Convento de la Visitación de
Paray-le-Monial y 26 años de edad, y estaba como de costumbre
arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la
capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así: “Estando yo delante del Santísimo
Sacramento me encontré toda penetrada por Su Divina Presencia. El Señor
me hizo reposar por muy largo tiempo sobre Su Pecho Divino, en el cual
me descubrió todas las maravillas de Su Amor y los secretos
inexplicables de Su Corazón Sagrado”.
A partir de la primera revelación Margarita sufriría todos los primeros
viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa
que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos
particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de
ella y para descubrirle los secretos de Su amable Corazón. Entre estas
visitas le decía el Señor, “Busco una víctima para Mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de Mis designios”.
En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que según ella
corresponderían más fielmente, pero el Señor le respondió que era ella a
quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para
Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las Gracias
que del Señor recibía.
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe Margarita: “El
Divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, mas brillante que
el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado
de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por
nuestros pecados, y una Cruz en la parte superior..."
En esta segunda gran revelación nuestro Señor empezó a descubrir Sus
intenciones y formular Sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de
Cristo es el símbolo de Su ardiente Amor hacia nosotros, el cual había
entregado sin condiciones, y el Señor quería que esta imagen se
expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de medalla,
ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban.
Por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había visto pues
no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero
por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que
Jesús quiera revelar.
En lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta
de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación. Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de que forma se
iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su
propósito, que era la reparación. Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer. De hecho, después de aquello hubo de aguantar agudas pruebas.
El Señor le había prometido a Margarita que Su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. Esta promesa empezó a cumplirse cuando, a primeros de febrero de 1675, le envío al Padre Jesuita Claudio Colombiere. En cuanto este santo sacerdote habló con Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio, quién era reconocido por su sabiduría y santidad, la Madre Superiora pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le contase todo al Padre Colombiere.
Fue bajo esta nueva aceptación que se dio la cuarta y ultima revelación que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Sucedió esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre el 13 y el 20 de junio.
El Padre Colombiere le ordenó a Margarita a que cumpliese plenamente la Voluntad del Señor, y que también escribiese todo cuanto le había revelado. Margarita obedeció a todo lo que se le pidió pues su más grande deseo era que se llegase a cumplir el designio del Señor.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es un inmenso regalo que Jesús le hace a Su Iglesia. La santidad no es una meta inalcanzable, es nuestra obligación de
cristianos el buscarla desde el lugar que nos toque, de acuerdo a la
Voluntad del Señor.
Santa Margarita María recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y transformación:
2) La Santa obediencia.
3) Su Santa Cruz.
Hay quien podría pensar que la devoción al Sagrado Corazón es algo trasnochado, propio de otras épocas. Sin embargo, el Papa San Juan Pablo II, en la carta entregada al Prepósito General de la Compañía de Jesús, P. Kolvenbach, en la Capilla de San Claudio de la Colombière, el 5 de octubre de 1986, en Paray-le-Monial, animaba a los Jesuitas a impulsar esta devoción.
Esta exhortación promueve con mayor celo aún esta devoción que corresponde más que nunca a las esperanzas de nuestro tiempo, se fundamenta, según el pensamiento del Papa, en dos motivos, principalmente:
1) Los elementos esenciales de esta devoción "pertenecen de manera permanente a la espiritualidad propia de la Iglesia a lo largo de toda la historia", pues, desde siempre, la Iglesia ha visto en el Corazón de Cristo, del cual brotó sangre y agua, el símbolo de los sacramentos que constituyen la Iglesia; y, además, los Santos Padres han visto en el Corazón del Verbo encarnado "el comienzo de toda la obra de nuestra salvación, fruto del amor del Divino Redentor del que este Corazón traspasado es un símbolo particularmente expresivo".
2) Tal como afirma el Vaticano II, el mensaje de Cristo, el Verbo encarnado, que nos amó "con corazón de hombre", lejos de empequeñecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano y, fuera de Él, nada puede llenar el corazón del hombre (cf Gaudium et spes, 21). Es decir, junto al Corazón de Cristo, "el corazón del hombre aprende a conocer el sentido de su vida y de su destino".
CONDICIONES PARA OBTENER LAS GRACIAS PROMETIDAS POR EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:
- Recibir sin interrupción la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes consecutivos.
- Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
- Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Oh Dios, que en el corazón de tu Hijo,
herido por nuestros pecados,
has depositado infinitos tesoros de caridad;
te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor,
le ofrezcamos una cumplida reparación.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío!