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El 8 de febrero de 1913, SM el Rey D. Alfonso XIII firmó la Orden por la que se proclamó Patrona de la Guardia Civil a la Virgen, en su advocación del Pilar.
Los guardias civiles independientemente de las creencias religiosas, se identifican con la Virgen del Pilar, y es conocido que ésta es la Patrona de la Guardia Civil. No en vano, la Fiesta del Pilar es también -como se definió en su primera celebración- la fiesta del compañerismo entre los componentes de la Guardia Civil.
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No sabemos que le diría nuestra Madre a Santiago, pero su sola imagen ya es
toda una explicación. Si nos fijamos en ella vemos que hay un pilar inmenso y
que la figura de María es desproporcionadamente pequeña. ¡Qué lección! El pilar
de la fe sostuvo a la Madre de Dios y será también pedestal firme para todos
los que se apoyen en él.
Si nos fijamos, el Evangelio de hoy, también nos dice algo en ese sentido.
Una mujer, llevada de su entusiasmo por el Señor, bendice a su Madre. Jesús
inmediatamente la corrige con estas palabras que pueden resultar difíciles de
entender: “Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.
Para nada el Señor menosprecia a su Madre ni la relega a un segundo plano.
Lo que hace es corregir la mirada de aquella mujer invitándola a que pase de lo
humano a la acción de la gracia. Ciertamente muchas virtudes humanas adornan a
la Virgen Madre, pero no son nada comparadas con la acción de la gracia en
ella. María es la primera oyente y cumplidora de la Palabra de Dios. No sólo
recibió el anuncio del ángel sino que respondió con ese tremendo “hágase”,
eco de la voz de Dios cuando creó el mundo. Así, si se permite la expresión,
autorizó a Dios para que llevara a cabo su obra redentora y, voluntariamente,
se reconoció pequeña para poder ser ensalzada, sobre ese pilar, por el Señor.
La Virgen del Pilar no sólo animó al Apóstol Santiago para que no
abandonara su misión y completara la evangelización de las tierras de España.
Bajo su amparo fueron muchos los misioneros que, emulando al apóstol, llevaron
el evangelio a las tierras de América. Es por ello que también hoy se conmemora
el día de la Hispanidad. Mirando a María sobre su pilar, reconocemos las obras
de la fe. Desproporcionadas para nuestras fuerzas pero posibles para Dios. Ello
nos mueve a una oración de agradecimiento pero también para seguir pidiendo la
protección de la que siempre ha sido buena con nosotros.
En estos momentos, en que nuestro país sufre muchos males, y tantas
personas no tienen empleo, y en que la sociedad parece que se aleja de Dios
podemos descorazonarnos. Esta fiesta, sin embargo, viene a recordarnos que todo
lo podemos en Aquel que nos conforta. Si Dios hizo obras grandes en María
también quiere seguir haciéndolas en el presente. Pero nos invita a unirnos a
ella acudiendo con espíritu filial. En la Virgen encontraremos refugio,
consuelo y aliento.