16 de febrero de 2021

 «VÍA CRUCIS»


Vía Crucis es un término latino que significa “Camino hacia la Cruz” y al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte. 


Consta de catorce escenas “pasos” o episodios que reciben el nombre de estaciones, por constituir momentos de parada o descanso. 



El Vía Crucis se reza de pie, y en algunos momentos de rodillas. Debe hacerse caminando, deteniéndose en cada estación, para recordar el camino de Jesús al Calvario. Es por eso que las imágenes de la representación del Vía Crucis están en la pared, alrededor del templo para realizarlo dentro de ellos o bien en el exterior por recorridos urbanos establecidos. 


Los precedentes del Vía Crucis datan de los primeros siglos del cristianismo, de la piadosa compasión con que los cristianos primitivos veneraban los pasos de la Vía Dolorosa. La española Silvia Eteria, peregrinó a Tierra Santa en el siglo IV. Y en su Peregrinatio describe el ejercicio piadoso de los cristianos de Jerusalén, recorriendo durante la Semana Santa el camino del Calvario.


El origen del Vía Crucis se remonta a Jerusalén como consecuencia natural e inmediata de la Pasión de Cristo. Ciertos lugares de la Vía Dolorosa (aunque no se llamó así antes del siglo XVI), fueron reverentemente marcados desde los primeros siglos de la era cristiana.


Según una tradición documentada en el siglo V, se nos presenta la Santísima Virgen recorriendo cada día los sitios donde su Divino Hijo había sufrido y derramado la sangre; en los lugares señalados se detenía, evocaba a la vez el recuerdo dulce y amargo, besaba el suelo y oraba. Hasta el siglo X no se suele indicar división en estaciones y hasta el siglo XIII no se determina el recorrido exacto por el que caminó por las calles de la ciudad llevando la Cruz. En los siglos XII y XIII comienza a hablarse de escenas o estaciones. Varios autores (Ricoldo, Sanuto, Pipin...), proponen algunas de ellas. Las primeras que toman cuerpo son las del Pretorio o Ecce Homo, el consuelo de las mujeres piadosas o Nolite flere, el encuentro con su Madre o Pasmo de la Virgen y la del Cirineo. Algunos sustituyen el encuentro con la Virgen por un episodio donde Jesús descansó, correspondiente a alguna de las tres caídas.


Juan Palomer en 1422 cita cinco estaciones, que nombra en sentido inverso, desde el Calvario a la casa de Pilato: un descanso del Señor al pie de cerro, el Cirineo, el encuentro con las mujeres piadosas, el encuentro con la Virgen y el Pretorio. 


Pocos años después Jacobo de Verona y Jorge de Nuremberg añaden el episodio de la Verónica. A mediados del siglo XV las paradas del recorrido de los peregrinos son ya catorce y se empieza a llamarlas estaciones.


Félix Fabri añade en 1480 el episodio de la puerta judiciaria (la segunda caída), y divide el lugar del Calvario considerando en conjunto hasta ese momento, en las cinco últimas estaciones, cada una con su propio lugar de oración y diferenciada de las demás (desnudado, clavado, levantada la Cruz, el desconsuelo de la Virgen y el Santo Sepulcro).



Pero no todos los creyentes podían ir a Jerusalén a seguir los pasos de la Pasión de Cristo in situ, así que esta tradición, que comenzó a extenderse en el siglo IV, en la época del emperador Constantino, encontró pronto algunos problemas prácticos. El primero, las serias dificultades que la distancia y las difíciles comunicaciones ponían a los peregrinos; el segundo, las invasiones musulmanas que dominaron esta tierra.


Por tal motivo, a partir del siglo VII, se pasó a establecer las estaciones para la Vía Crucis en diversos santuarios de Europa y, más tarde, en determinados lugares de cada diócesis particular, con el objetivo de acercar más este ejercicio de piedad al pueblo cristiano.


Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la “Vía Sacra”, como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuándo surgieron las Estaciones según las conocemos hoy, ni cuando se les comenzó a conceder indulgencias pero probablemente fueron los franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares más preciados de Tierra Santa.


Comprendiendo la dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el Papa Inocencio XI en 1686 concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y declaró que todas las indulgencias anteriormente obtenidas devotamente por visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa las podían en adelante ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las Estaciones de la Cruz en sus propias Iglesias.


Fueron, por tanto, los franciscanos los que establecieron en sus iglesias el número de catorce, para que los fieles las recorriesen a imitación de los devotos peregrinos que iban personalmente a venerar los Santos Lugares de Jerusalén.


Parece que de forma definitiva, según se suele practicar hoy, surgió en España. De aquí pasó a Cerdeña y a otros lugares de Europa. En el siglo XX diversos autores han pretendido que se añadiese otras estaciones, como la Resurrección, con la que culmina la Pasión y Muerte histórica de Cristo, y su Vía Crucis continuando a lo largo de la historia humana.



El Viernes Santo de 1991 y, bajo el auspicio de San Juan Pablo II, se creó un nuevo Vía Crucis con 15 Estaciones (el Papa añadió una nueva Estación), basadas todas ellas en momentos del Nuevo Testamento. Este nuevo Vía Crucis comienza con la Oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní y finaliza con la Resurrección de Cristo. Ello fue un intento de acercar ecuménicamente a todas las confesiones cristianas, y aunque se usa alternativamente al tradicional, en ningún caso lo ha sustituido.



Así, la forma tradicional de esta práctica piadosa es la siguiente:


• Primera Estación: Jesús es condenado a muerte.

• Segunda Estación: Jesús carga la Cruz.

• Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.

•Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre María.

• Quinta Estación: Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz.

• Sexta Estación: Verónica limpia el rostro a Jesús.

• Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.

• Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.

• Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.

• Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.

• Undécima Estación: Jesús es clavado en la Cruz.

• Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz.

• Decimotercera Estación: Jesús es descendido de la Cruz y puestos en brazos de María, su Madre.

• Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado.


Las estaciones contempladas en el Vía Crucis tradicional, apócrifas o evangélicas, han inspirado a lo largo de los siglos reflexiones, cultos y tradiciones que hoy conservan significativo arraigo popular. Para finalizar, la costumbre es hacer un recorrido grupal que puede tener lugar dentro del templo o por las calles, deteniéndose en cada estación y haciendo una oración en cada una de una lectura de algún pasaje del evangelio y también un canto.






VIA CRUCIS -VATICANO-










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