Admirabile signum:
10 datos de la carta del Papa sobre el valor del pesebre en Navidad
El pasado 1 de diciembre el Papa Francisco firmó durante su visita a Greccio
(Italia) la carta apostólica Admirabile signum sobre el significado
y el valor del belén en Navidad, una tradición con cerca de ocho siglos de
antigüedad que ayuda, de una manera “dulce y exigente”, a transmitir la fe de
padres a hijos.
La carta ha sido firmada el día en que comienza el
tiempo de Adviento como una invitación del Santo Padre a alentar esta hermosa
tradición iniciada por San Francisco de Asís en la Navidad de 1223 en Greccio.
“Es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que
utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas
de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos,
transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad
popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que,
allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”,
alentó el Papa.
En ese sentido, para acoger la invitación del Papa
Francisco a apreciar el valor del pesebre, te presentamos 10 puntos para comprender
la carta apostólica Admirabile signum:
1. El pesebre es como un Evangelio vivo: El Papa Francisco recuerda que la escenificación
del nacimiento de Jesús “surge de las páginas de la Sagrada Escritura” para
invitar a los hombres a ponerse en camino atraídos por Cristo, que se “ha hecho
hombre para encontrar a cada hombre”. El evangelista Lucas narra que María “dio
a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre,
porque no había sitio para ellos en la posada”.
2. San Francisco quería “contemplar” la fragilidad del
Niño Jesús: Quince días antes de la Navidad de
1223, el santo le expresó a un hombre de nombre Juan que deseaba “celebrar la
memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con
mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el
pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”. El hombre
cumplió con el deseo del santo y el 25 de diciembre, junto a frailes y personas
de distintos lugares, San Francisco encontró el pesebre con el heno, el buey y
el asno. Las personas “mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría
indescriptible, como nunca antes habían experimentado”. “Después el sacerdote,
ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo
entre la encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión, en
Greccio, no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los
presentes”.
3. En 1223 uno de los presentes “vio” a Jesús en el
pesebre: El Papa recuerda en su carta que “el
primer biógrafo de San Francisco, Tomás de Celano, recuerda que esa noche, se
añadió a la escena simple y conmovedora el don de una visión maravillosa: uno
de los presentes vio acostado en el pesebre al mismo Niño Jesús. De aquel belén
de la Navidad de 1223, ‘todos regresaron a sus casas colmados de alegría’”.
4. El pesebre manifiesta la ternura de Dios: “¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos
conmueve?”, pregunta el Papa en su carta. Y señala que es porque “manifiesta la
ternura de Dios”, que siendo Creador del universo, “se abaja a nuestra
pequeñez”. Además, el belén “es desde su origen franciscano una invitación a
‘sentir’, a ‘tocar’ la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su
encarnación” y “una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los
hermanos y hermanas más necesitados”.
5. En el belén la creación participa en la fiesta de la
venida de Jesús: En Admirabile
signum, el Papa Francisco repasa los elementos que componen el nacimiento
que se arma en los hogares, como el cielo estrellado, los paisajes, los
animales y los pastores. Ellos, afirmó, recuerdan lo que habían anunciado los
profetas, “que toda la creación participa en la fiesta de la venida del
Mesías”. Además, “los ángeles y la estrella son la señal de que también
nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar
al Señor”; asimismo, “los pastores se convierten en los primeros testigos de lo
esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece”.
6. María es la madre que contempla a su hijo: Al llegar a la Virgen María, el Papa destaca que en el
pesebre su figura la muestra como la madre que contempla a su hijo y lo muestra
a cuantos vienen a visitarlo. “Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a
su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y
la pongan en práctica”, afirma Francisco
7. Representa a San José como custodio de la
familia: Luego, el Pontífice afirma que “junto a
María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está San José”,
representado con el bastón en la mano y, a veces, sosteniendo una lámpara. “Él
es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia” y que no duda en
ponerse en camino ante la amenaza de Herodes. Fue el primer educador de Jesús
niño y adolescente; “y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios
y la puso en práctica”.
8. ¿Y las otras figuras del pesebre?: En su carta, el Papa también se refiere a la
costumbre de colocar “en nuestros belenes muchas figuras simbólicas, sobre
todo, las de mendigos y de gente que no conocen otra abundancia que la del
corazón”, pero que “están cerca del Niño Jesús por derecho propio, sin que
nadie pueda echarlos o alejarlos de una cuna tan improvisada que los pobres a
su alrededor no desentonan en absoluto”. Pero también están otras figuras “que
parecen no tener relación alguna con los relatos evangélicos”. Sin embargo,
“esta imaginación pretende expresar que en este nuevo mundo inaugurado por
Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura. Del pastor
al herrero, del panadero a los músicos, de las mujeres que llevan jarras de
agua a los niños que juegan..., todo esto representa la santidad cotidiana”.
9. Nos pone ante el gran misterio de la vida: Francisco asegura en Admirabile signum que
cuando en Navidad colocamos la figura del Niño Jesús “el corazón del pesebre
comienza a palpitar”. “Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en
nuestros brazos”. Dios Creador esconde su poder “en la debilidad y en la
fragilidad” de un niño cuyo nacimiento “suscita alegría y asombro, porque nos
pone ante el gran misterio de la vida”. “Viendo brillar los ojos de los jóvenes
esposos ante su hijo recién nacido, entendemos los sentimientos de María y José
que, mirando al niño Jesús, percibían la presencia de Dios en sus vidas”,
afirma el Papa.
10.
Los Reyes Magos nos
recuerdan nuestra misión evangelizadora: El
Papa también recuerda que cuando llega la fiesta de la Epifanía está la
costumbre de colocar las tres figuras de los Reyes Magos que llegan de Oriente
para contemplar al Niño y ofrecerle los dones de oro, incienso y mirra. Esta
escena llama “a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene
de ser evangelizador”. Además, los Magos, hombres sedientos de lo infinito,
“enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo”. Además
“no se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de
rodillas y adorarlo”; y cuando retornan a sus países, “habrán contado este
encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre
las gentes”.
El Papa Francisco invita en su carta apostólica a
recordar cuando se era niño y se esperaba con impaciencia el tiempo para
empezar a construir el belén. “Estos recuerdos nos llevan a tomar nuevamente
conciencia del gran don que se nos ha dado al transmitirnos la fe; y al mismo
tiempo nos hacen sentir el deber y la alegría de transmitir a los hijos y a los
nietos la misma experiencia”, aseguró.
“No es importante cómo se prepara el pesebre, puede
ser siempre igual o modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable a
nuestra vida. En cualquier lugar y de cualquier manera, el belén habla del amor
de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo
ser humano, cualquiera que sea su condición”, expresa el Santo Padre en Admirabile Signum.
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