Con María en el camino de la Cuaresma
Todos los sábados de Cuaresma
En la ermita del Santuario de Ntra. Sra. de la Esperanza.
CUARESMA DE LA MANO DE MARIA
A las 12:00 h rezo del Ángelus y meditación mariana.
A las 12:30 rezo del santo Rosario.
A las 13:00 h Santa Misa.

Primer sábado de
cuaresma con María en el corazón. Vamos a recorrer junto a Ella el camino de la
Cuaresma. La Virgen, obediente a la voluntad del Padre, se dirige también hacia
la cruz y lo hace como modelo de creyente que medita en lo íntimo la Palabra
del Padre. María, en su misión de Corredentora, con certeza recordará las
palabras de Simeón de que «una espada de
dolor te atravesará el alma por ser Tu Hijo signo de contradicción». María
asume en la oración la misión encomendada por Dios y lo medita todo en la
intimidad de su corazón.
Mediante la oración
del Ángelus, una breve meditación sobre la vida de María, el rezo del Santo
Rosario y sobre todo con la Santa Misa vamos a vivir la mañana de los sábados
en este tiempo de cuaresma en el marco entrañable del Santuario de Nuestra
Madre de la Esperanza.
La
Cuaresma de María se prolongó toda la vida de Cristo. Fueron treinta y tres
años de travesía y de profunda preparación y de cercanía con Jesús. Una
catequesis de silencio, de entrega, de renuncias, de discreción, de servicio,
de compromiso. Ella recorrió este camino cuaresmal aceptando los compromisos
unidos a su «Sí» a Dios. Y en el momento cumbre, decisivo para la misión de su
Hijo, pudo mantenerse firme a los pies de la Cruz.
Fue auténtica en su
ofrecimiento de las ofrendas de su vida. Y eso le permitió entrar más a fondo
en los sufrimientos de Cristo. Y es lo que vamos hacer en estos días de
Cuaresma. Tener la actitud de María, responder con mi «Amén» a la voluntad del
Padre, transformar con los silencios los «Hágase» para Dios en nuestra vida,
aferrarnos con paz y serenidad a los planes que Él nos tiene encomendados,
crecer en la fe para no caer en el desaliento ni en la frustración, darle
sentido con la oración callada a la vida, responder a los interrogantes que se
nos plantean con un total abandono. En definitiva, como María, que nada
perturbe nuestra fidelidad a Cristo, nuestra unión con Jesús en el siempre
difícil camino de cruz. No hay santidad sin prueba. No hay amor sin fidelidad.
No hay entrega sin voluntad. Y en esto María es el espejo en quien mirarnos en
esta santa Cuaresma.

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