
Campaña de Manos Unidas contra el Hambre

El domingo 14 de febrero la Iglesia española celebra la
Jornada Nacional de Manos Unidas y pone en marcha su Campaña anual con el lema “Contagia solidaridad para acabar con el
hambre”.
Esta campaña
viene inspirada especialmente por
aquellas mujeres de Acción
Católica, que hace algo
más de 60 años, plenamente confiadas en la fuerza del Espíritu Santo fueron capaces de empezar una corriente de solidaridad tal que supuso la creación, el reconocimiento y el
prestigio de Manos Unidas como la institución oficial de la Iglesia española para el desarrollo en los países más desfavorecidos.
Es fácil frenar la solidaridad y no poner tanto la mirada en los países empobrecidos del sur, cuando estamos viendo las secuelas de la pobreza entre nuestras familias, calles y pueblos. Si la pandemia ha contagiado enfermedad, muerte y pobreza, la solidaridad debe contagiarse y llegar a todos, y con más razón a los que menos tienen.
Como afirmó el Papa
Francisco en la audiencia del 2 de
septiembre del 2020: “Para
salir mejor de esta crisis, debemos
hacerlo juntos, en solidaridad”.
Esta es la llave de la
justicia y la equidad que
construirá un bienestar duradero, y contribuirá al bien
común para toda la humanidad.
Manos Unidas sigue llevando soluciones, esperanza y
alegría a miles de rincones y personas de los países más
empobrecidos en los que trabaja,que también dependen de nosotros.
Gracias por tu confianza y tu oración por Manos Unidas.
Manos Unidas, la
ONG de desarrollo de la Iglesia Católica y de voluntarios
Trabajamos para apoyar a los pueblos del Sur en su desarrollo y en la sensibilización de la población española.

Una organización con historia
La historia de la Campaña contra el
Hambre comenzó en 1955, cuando la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas
Católicas (UMOFC) hizo público un manifiesto en el que, respondiendo a un
llamamiento de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), anunciaba su compromiso en la lucha contra el hambre en el
mundo. En 1959, las mujeres de Acción Católica de España tomaron el testigo y
lanzaron la primera Campaña contra el Hambre, a partir de la cual se fue
configurando la actual Manos Unidas.
Las Mujeres de Acción Católica Española respondieron a este llamamiento
que denunciaba el “hambre de paz,
de cultura y de Dios que padece gran parte de la humanidad”. Realizaron su primera Campaña contra el Hambre en 1960, a
partir de la cual se ha ido configurando la actual “Manos Unidas”.
Desde 1960, y
año a año, se fueron organizando ayunos y colectas para denunciar y luchar
contra el hambre y, poco a poco, el importe que se recaudaba iba subiendo hasta
que en 1970 la recaudación fue mayor de lo habitual. Pero fue ese año, sobre
todo, cuando la organización de la Campaña se consolidó ya que la Conferencia
Episcopal Española acordó que se hiciera una colecta extraordinaria contra el
hambre en el mundo en todas las parroquias de España (el segundo domingo de
febrero), y que se convocara una jornada de ayuno voluntario el viernes
anterior a dicho domingo.
En 1978 la
Campaña contra el Hambre adquiere personalidad jurídica propia y pasa a
denominarse “Manos Unidas - Comité Católico de la Campaña contra el Hambre en
el Mundo”. Para ello, la Conferencia Episcopal Española aprueba la erección
canónica de Manos Unidas y aparecen los primeros Estatutos. En 1979 hace su
registro en el Ministerio de Justicia y, posteriormente, en el Registro de
Entidades Religiosas.
En el
transcurso de su historia, Manos Unidas ha pasado por diferentes etapas en
cuanto a su ubicación jurídica, pero nunca ha dejado de ser una institución
eclesial ni de tener la misma misión que en su origen: la lucha contra la
pobreza y el hambre en el mundo. Los estatutos han sido revisados en 1981,
1993, 2000, 2003 hasta los actuales de 2012.
Contagia solidaridad para acabar con el hambre. Video de Campaña de Manos Unidas 2021. Versión 6 mi
OBISPO DE CARTAGENA CAMPAÑA 2021

Contagia solidaridad para acabar con el hambre Manos
Unidas nos lanza la voz de los más necesitados y espera nuestra respuesta
decidida y personal. Es el grito de una gran parte de la humanidad la que llama
desde sus miserias nuestra atención. No podemos cerrar los ojos a las
necesidades, ni apagar la luz para no ver sus carencias y pobrezas porque nos
resultan desagradables. Es la persona con hambre la que grita, es Jesús mismo
desde la cruz el que llama nuestra atención para que reparemos en los que están
crucificados con Él y no son precisamente los malhechores, sino los hijos de
Dios, los inocentes que están “pagando el pato” de nuestras comodidades, lujos
y abundancia.
¿A quién no se le parte el alma cuando ve el rostro de
los niños esqueléticos a causa de la hambruna? ¿Qué han hecho ellos para que
les haya tocado vivir una situación tan dramática y tan carente de esperanza y
alegría? Manos Unidas nos dice con voz desgarrada este año: «Aunque constatamos
que se han conseguido avances, todavía queda mucho por hacer. Y ahora, más que
nunca, con esta pandemia que asola el planeta y que está haciendo retroceder
todos esos avances, tenemos que seguir acompañando a nuestros hermanos del Sur
en la defensa de una vida digna para todos». El Papa Francisco comenta en su
Encíclica Laudato si’, lo que algunos piensan sobre este tema, que no hay que
preocuparse, porque la economía lo arreglará todo, que «los problemas del
hambre y la miseria en el mundo simplemente se resolverán con el crecimiento
del mercado»; pero, sigue ahondando más aún el Papa en los planteamientos de
los que no tienen intención de arreglarlo, ya que el objetivo fundamental para
este tipo de personas, «con el objetivo de maximizar los beneficios es
suficiente. La cuestión está en que: no se elaboran con suficiente celeridad
instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más pobres acceder
de manera regular a los recursos básicos» (cf. Papa Francisco, Carta Encíclica,
Laudato si’, Roma (2015), 109).
La Campaña de Manos Unidas contra el hambre de tantos
hermanos en el mundo nos urge –a la luz de las lecturas de este domingo– a ver
que los problemas de la gente son reales, que el leproso del Evangelio no es un
personaje de ficción, que existen muchos millones de leprosos que nos gritan,
como a Jesús: ¡Si queréis podéis curarnos! En el Evangelio es el grito de la
esperanza, el grito de un marginado, el grito del dolor y de la soledad, el
grito de los invisibles y despreciados por sus contemporáneos. Pero Jesús no
pasa de largo, el Señor se detiene, no teme contagiarse y le pone la mano sobre
la cabeza y le cura, dándonos el mensaje de su enorme humanidad, de lo que debe
ser un corazón samaritano.
El grito de tantos hermanos resuena este año con más
fuerza, porque las cifras del hambre y de la pobreza son peores que otros años,
se podrán imaginar que la pandemia ha hecho estragos, dejando un rastro de
dolor y sangre en los pueblos más vulnerables. ¿Somos capaces de unirnos para
rescatar a hombres, mujeres, niños y ancianos a levantarse de ese suelo de
indignidad? ¿Somos capaces de descubrir en ellos a los hijos de Dios que nos
reclaman? Ellos nos reclaman su dignidad, sus derechos, su espacio, su trabajo
y su pan.
¡Gracias, voluntarios de Manos Unidas! Que el Señor
nos conceda un corazón con tanta ternura como el de Jesucristo para ayudar.
+ José Manuel
Lorca Planes Obispo de Cartagena

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