19 de abril de 2020

LA COMUNIÓN ESPIRITUAL 



Frente al avance del Coronavirus en el mundo, diversas parroquias y capillas ofrecen la transmisión de la Santa Misa en vivo a través de las redes sociales como modo de vivir la liturgia, aunque sin la posibilidad de recibir la comunión sacramental. 
Pero la vida de unión con Cristo va mucho más allá de eso.

la Iglesia católica ha conservado desde antiguo la reserva del Santísimo Sacramento en los templos, es decir, las hostias consagradas que permanecen en el tabernáculo, sagrario.  Es una práctica “que nace en un tiempo donde los enfermos no podían asistir, entonces permanecían en comunión con la comunidad desde el propio hogar”.

Uniéndose al sentir de los católicos del mundo entero, en particular a los enfermos portadores del virus y al personal sanitario, el Papa Francisco dijo en la oración del Ángelus del pasado domingo 15 de marzo que:

 “en esta situación de pandemia, en la que nos encontramos viviendo más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia. Unidos a Cristo nunca estamos solos, sino que formamos un solo Cuerpo, del cual Él es la Cabeza. Es una unión que se alimenta de la oración, y también de la comunión espiritual en la Eucaristía, una práctica muy recomendada cuando no es posible recibir el Sacramento. Digo esto para todos, especialmente para la gente que vive sola”.

1. ¿Que es la Comunión espiritual?

Consiste, como su nombre lo indica, en comulgar espiritualmente, en recibir la Sagrada Comunión no físicamente (es decir, no en la boca), sino sólo en el alma.

2. ¿Quién puede hacer la Comunión espiritual?

A diferencia de la Comunión física, que sólo puede ser recibida por los católicos bautizados debidamente preparados, cualquier persona, incluso aunque no sea católica, puede realizar una Comunión espiritual.

3. ¿Cómo hacer la Comunión espiritual?

Lo primero es tener un gran amor al Señor y un gran deseo de recibirlo, y, sabiendo que no es posible recibirlo físicamente, disponerse a recibirlo espiritualmente.
Lo segundo es que la persona le pida a Jesús que venga a su corazón. Puede pedírselo con sus propias palabras, o puede emplear una bella y conocida oración escrita por san Alfonso María Ligorio, que se ha utilizado durante siglos con esa intención:
                     Oración para la Comunión espiritual
Creo, Jesús mío,
que estás real y verdaderamente en el Cielo
y en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
Te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.

 4. ¿Cuándo hacer la Comunión espiritual?

Puede hacerse siempre. A diferencia de la Comunión física, que sólo puede recibirse una vez al día, máximo dos (y la segunda, por razones justificadas y sólo en Misa), este tipo de Comunión puede hacerse varias veces al día.
Hay quien acostumbra hacerla en la mañana al despertar y en la noche al acostarse; hay quien acostumbra ir a Misa entre semana y si un día no puede ir, hace la Comunión espiritual. Y, desde luego, hay quien asiste a Misa el domingo y por alguna razón no puede comulgar físicamente, por lo que recurre a la Comunión espiritual.


5. ¿Dónde se puede hacer?

La Comunión espiritual no sólo puede hacerse en la iglesia, sino en casa o en cualquier lugar donde se encuentre quien desee realizarla.


6. ¿Por qué comulgar espiritual?

Porque no se puede recibir físicamente la Comunión. ¿Y por qué no se puede? Hay diversas razones, por ejemplo, no haber guardado el ayuno eucarístico de una hora sin comer ni beber nada antes de comulgar; o tener conciencia de pecado grave y no haberse confesado; o estar en situación irregular; o no haber hecho todavía la Primera Comunión, o no ser católico, etcétera.

7. ¿Para qué hacer la Comunión espiritual?

Es una manera de mostrarle a Jesús que si no lo recibimos físicamente es porque no podemos, no porque no queramos. Al comulgar espiritualmente le expresamos nuestro amor, que deseamos recibirlo en nuestro corazón, y que lo adoramos, y reconocemos como nuestro Dios y Señor.


























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