10 de abril de 2020






DOMINGO DE PASCUA 
DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

El Domingo de Resurrección, es el día en que Jesucristo resucita después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles.
Es la finalización de la Semana Santa.

El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)
Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.

La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.

Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.


          Comienza el Tiempo de Pascua

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.
Pascua es la celebración más importante de la Iglesia Cristiana, donde se conmemora la Resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado, según los evangelios canónicos.

El término Pascua proviene del latín "páscae", que a su vez proviene del griego "πάσχα" (pasjua), una adaptación del hebreo "פסח" (pésaj), que significa "paso" o "salto".
La Pascua forma parte de la Semana Santa donde en el "Viernes Santo" se celebra la crucifixión de Jesús, y en el "Domingo de Pascua" se celebra la Resurrección y su primera aparición a sus discípulos.
El término de Pascua remite principalmente a la fiesta de la Resurrección, que también es llamada a veces Pascua florida, pero también se usa para referirse a otras tres celebraciones cristianas: 
la Navidad (25 de Diciembre), 
la Epifanía o Adoración de los Magos (6 de Enero) y 
Pentecostés, la venida del Espíritu Santo (cincuenta días después de la Resurrección).
Los primeros cristianos, que eran judíos, celebraban la Pascua de Resurrección a la par cronológica que la Pascua judía, hasta que en el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) se separó la celebración de la Pascua judía de la cristiana, quitando a esta los elementos hebreos pero dejaron el carácter móvil de la fiesta recordando que Cristo resucitó en la Pascua hebrea.
Según las Sagradas Escrituras, Dios ha dado a los cristianos "un nuevo nacimiento a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos". Los cristianos, por la fe en el poder de Dios, han de discernir espiritualmente con Jesús resucitado cómo se puede caminar en una nueva forma de vida.
La expresión "¡Felices Pascuas!" es una forma tradicional de felicitar la Navidad, el nacimiento de Jesucristo.
Resucitó el Señor, ¡aleluya! La resurrección de Cristo es un hecho singular en la historia y, al mismo tiempo, un misterio de fe. Con esta solemnidad, el año litúrgico llega a su culmen. La resurrección de Cristo es el centro de la vida cristiana y es el fundamento y la clave de nuestra fe. El signo del sepulcro vacío es anuncio del misterio de la resurrección. Y se convierte para los apóstoles en una verdad absoluta que anunciarán con firmeza a todos. Se trata de un mensaje que no deja indiferente, envuelve la vida del creyente y conlleva una vida nueva.

1168 A partir del "Triduo Pascual", como de su fuente de luz, el tiempo nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con su resplandor. El año, gracias a esta fuente, queda progresivamente transfigurado por la liturgia. Es realmente "año de gracia del Señor" (cfLc 4,19). La economía de la salvación actúa en el marco del tiempo, pero desde su cumplimiento en la Pascua de Jesús y la efusión del Espíritu Santo, el fin de la historia es anticipado, como pregustado, y el Reino de Dios irrumpe en el tiempo de la humanidad.
1169 Por ello, la Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la "Fiesta de las fiestas", "Solemnidad de las solemnidades", como la Eucaristía es el Sacramento de los sacramentos (el gran sacramento). San Atanasio la llama "el gran domingo" (Epistulafestivalis 1 [año 329], 10: PG 26, 1366), así como la Semana Santa es llamada en Oriente "la gran semana". El Misterio de la Resurrección, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía, hasta que todo le esté sometido.
1171 El año litúrgico es el desarrollo de los diversos aspectos del único misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el ciclo de las fiestas en torno al misterio de la Encarnación (Anunciación, Navidad, Epifanía) que conmemoran el comienzo de nuestra salvación y nos comunican las primicias del misterio de Pascua.


SECUENCIA DE LA MISA

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


EVANGELIO DE LA MISA

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: —«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

 









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