«Decálogo para un verano
cristiano»
· Vive
el domingo. En vacaciones, el domingo sigue siendo el día
del Señor y Dios no se va de vacaciones. Acude a la Eucaristía dominical.
· Un
cristiano sin Palabra de Dios. Un cristiano sin
la Palabra de Dios, le falta algo donde apoyarse y donde descansar, los
interrogantes, las preocupaciones…
· Un
verano dedicado exclusivamente al descanso puede
convertirse en rutina. Contempla la naturaleza, el arte de Dios, donde Él
manifiesta su belleza.
· Un
corazón cristiano sin caridad no descansa en paz.
Vive la solidaridad. No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen
vacaciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco se
toma vacaciones.
· El
ruido del mundo nos impide escuchar a Dios. Si estás
en la montaña, date un paseo sólo. Si estás en el mar, vete por su orilla en el
anochecer. De vez en cuando hay que dejar las compañías para encontrarnos con
nosotros mismos, para mirar hacia el cielo y, en ese cielo, descubrir y hablar
con Dios.
· El
sensacionalismo, las noticias de los medios de
comunicación, nos convierten en perezosos para una lectura buena. Elige un
libro, y si puede ser espiritual mejor, que te aporte valores, que nutra tu
vida con un poco de sensatez, de cordura. Una buena lectura nos más
equilibrados.
· Además
de exponerte al sol, que no siempre es bueno, no dejes
de frecuentar la luz que te ofrece la Iglesia: la paz de un templo, la oportuna
Palabra del Señor, la Acción de Gracias, el silencio o el sacramento de la
penitencia. Son rayos de un sol, Jesús, que transforma y ennoblece nuestras
almas y nuestro interior.
· Las
ocupaciones profesionales, que son ocupaciones, a veces
son excusas para no dedicarnos de lleno a la familia. El verano cristiano es
una buena plataforma para acercarnos al mundo de los hijos, para potenciar la vida
matrimonial, para caminar juntos, para disfrutar juntos… y para ir a la Misa de
los domingos también juntos.
· Vive
la justicia. No esperes que todo te lo den
hecho. Otros trabajan para que tú tengas vacaciones. Ellos también tienen sus
derechos. Respétales y respeta sus bienes.
· Finalmente da gracias a Dios de todo corazón. Ejercita la oración: AMA: es la esencia de la vida, que brinda al ser humano todo su sentido y felicidad. Siempre es tiempo para amar. También las vacaciones.
Bendice, Señor, nuestras
vacaciones.
Haz que sean tiempo fecundo para la
vida de familia,
para el encuentro con nosotros
mismos y con los demás,
para la brisa suave de la amistad y
del diálogo, para el ejercicio físico que siempre rejuvenece,
para la lectura que siempre enriquece,
para las visitas culturales que
siempre abren horizontes, para la fiesta auténtica que llena el corazón del
hombre.
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